Volvió a oler el vino, volvió a
oler el perfume, volvió a oler la piel.
Todo vuelve, o todo esta, solo
hay que estar atento, con la atención encontramos la vida del momento, nos
olvidamos de la vida que ya no existe, o de la vida que probablemente no existirá.
Los olores siempre estuvieron, es la nariz la que regresa y
viene para quedarse.
Con las yemas de los dedos arrugadas, el hombre dejó de
preguntarse el por qué, de la perdida de su olfato.
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