Hace unos días ardió Atenas,
ardieron muchos corazones, unos de alegría, otros de rabia, otros de emoción,
otros de tristeza.
La alegría inundo los corazones a
los cuales iban dirigidos las llamas, la satisfacción de la victoria, de ver
como todo va por el curso que ellos quieren.
La rabia inundo los corazones de
los que avivaron las llamas.
La emoción inundo los corazones,
de los que creen que esa es la chispa de la revolución.
La tristeza invadió el mío,
provocado por la rabia y la emoción de los que dicen haber despertado. Pues a
los que se alegraron por las llamas hace tiempo que empecé a ignorarlos y poco
a poco van desapareciendo de mi realidad.
Si nos parásemos a analizar la
historia, nos daríamos cuenta que la rabia y el odio nunca han llegado a buen
puerto, quizás por eso el mundo sigue a la deriva.
En España siguen las protestas,
las movilizaciones “en contra”, nos proclamamos haber despertado y luchamos
contra todo. En el fondo no me parece mal que haya voces discordantes, incluso
eran y son necesarias, pero dirigir toda la energía hacia la rabia, el odio y
la protesta no es bueno, y lo peor de todo, es inútil.
Cuando estallo el 15M me sumé,
pensaba que por fin mis abstractas ideas tenían un hueco, creo que lo llegaron
a tener, sin embargo ahora me hastía, me cansan sus comunicados, me da pereza
tanta movilización “en contra”.
Se dice desde el 15M que hemos
despertado, bien algo de razón hay, estamos viendo la sucia realidad de este
mundo putrefacto, nos vamos enterando que somos los “pelotudos” que forman la
primera línea de fuego, que estamos para recibir los disparos sin importar las
bajas, los que nos dirigen en la retaguardia, están tan protegidos que ni si
quiere les llega el olor de la pólvora.
Bien ya hemos despertado, ya
sabemos donde nos habían colocado. ¿Que hacemos al respecto?. Protestar y
seguir “en contra”, como hemos hecho durante siglos, teniendo como resultado el
mundo que vivimos ahora.
La crisis que vivimos no es
económica, es una crisis de valores, vivimos en una sociedad donde la
honestidad no existe, donde el desprecio a la naturaleza es evidente, nos
despreciamos entre nosotros, incluso nos llegamos a despreciar a nosotros
mismos, como no vamos a despreciar el resto del planeta.
Nos regimos por la mentira, la
avaricia, el poder, la envidia… generando odio y rabia, estamos a servicio del
dinero, cuando debería ser al revés, es el dinero el que esta a nuestro
servicio.
Hemos despertado empezamos a
saber lo que hay, pero aun no hemos girado nuestro pensamiento.
Cada persona genera su propia realidad, y eso es tan cierto
como que la mía es la mía y la tuya es la tuya, si no fuera así, no estaría
escribiendo este texto, que puede estar de acuerdo o no, con tu realidad.
Existe una realidad común, que
esta en tu entorno, incluso una global, de esta realidad ya se encargan los
medios de comunicación de manipularla a su antojo, como se ha demostrado en la
preparación que nos han hecho para la crisis.
¿Que aporta el “estar en contra”
a la realidad común?. Más de lo mismo, por eso cuando ardió Atenas, los bancos
celebraban la quema de sus sucursales.
Yo me voy a situar “a favor”.
Ignorando la realidad común del odio.
Seguiré abriendo mi corazón,
cerrado por la sociedad, seguiré desaprendiendo, seguiré dando la vuelta a la
mirada, las veces que hagan falta, seguiré siendo un loco en su colina, y
quizás cuando baje a la llanura me vaya encontrando con cada vez mas locos.
Ardió Atenas y quizás algún día
despertaremos de verdad