jueves, 8 de septiembre de 2011

Septiembre

 
Me gusta septiembre, me gusta su sonido, su olor, su tacto, su sabor. Todo un mar de posibilidades se abre en septiembre y este año no iba a ser menos.

Si nos fijamos todo esta mal, sin fijarme pienso nadar en septiembre, nadar a contracorriente, subirme en un velero para atravesar tu ombligo, para llegar al centro de la tierra, para encontrarme con Julio Verne, que esta allí, calentito, refugiado sin fijarse en los hombres que no miran, preparando un nuevo viaje.

Septiembre abre el cajón de lo nuevo, solo tienes que cogerlo, sacarlo, para cogerlo mejor, cogerlo por delante, cogerlo por detrás, cogerlo de lado, dejarlo marchar y volverlo a coger, para liberarlo de torpezas que se fijan y se dejan fijar.

Libéralo y cogelo, cogelo y libéralo.

Septiembre tiene alas para volar a tierras infinitas llenas de vías donde la amargura perdió la razón, donde el whisky  se torna viejo, donde la tortilla es de patatas, donde la locura sobrevuela nuestras cabezas, donde los animales conquistan castillos, donde se derriban las puertas de la estrechez, donde fluye la sangre por ríos espesos de tinta, donde las estampas son mentira, donde la fabrica de hielo es caliente.

Septiembre tiene la llave de tu memoria, que te retuerce cuando la aprietas, que te baila el agua cuando menos te lo esperas, que te localiza en los sueños perdidos.

Septiembre siembra la sonrisa de tu cara, septiembre te invita a pasar, te invita a sentarte dentro, septiembre ronronea de placer, septiembre araña, septiembre es gato, para subir paredes, para levantar muros, para lanzar ondas hacia el viento y hacerlas sonar con la voz del que no se quiso afeitar.

Septiembre te da a escoger, yo escojo todo, lo sonrió, lo duermo, lo despierto, lo subo, lo bajo, lo quiero y lo amo.


viernes, 2 de septiembre de 2011

El silencio de los grillos


Estoy cogiendo el vicio de salir de madrugada a dar el ultimo breve paseo a Jane, la quietud del pueblo por la noche me tiene embaucado.

Fue ayer cuando el olor de después de la lluvia traspasaba mi ventana. Decidí salir con Jane pasada la una de la madrugada, Olor a tierra mojada, olor a vida, la jara volvía a hacer acto de presencia en las papilas olfativas, la humedad refrescaba mi cara, los pulmones se inundaban de alegría…

Hoy he vuelto a salir, la quietud espesaba la noche, paraba el reloj, el compás de mis piernas en andante moderato atravesaba la barrera del silencio, rota por los grillos.

La noche caía sobre mi espalda, tensando cada músculo, moviendo cada articulación, la respiración se hacia evidente, todo se podía palpar y sentir al doscientos por cien.

El cielo nublado solo dejaba ver una estrella, o quizás dos, da lo mismo, lo importante era mirarla o mirarlas, sentirla o sentirlas, y seguir camino con la cabeza bien alta, para encontrar claros cuando se presenten y nunca dejar de abrazarlos.